Análisis del Réquiem de Mozart (Confutatis y Lacrimosa)

Wolfgang Amadeus Mozart, nacido en 1756 y fallecido en 1791, es probablemente el compositor de música culta más célebre de todos los tiempos que, inscrito en el periodo del Clasicismo, supo escribir las más populares melodías con la facilidad de un experto. Mozart desde joven demostró su virtuosismo, y es que alrededor de 1764, con apenas ocho años, compuso su "Primera sinfonía", un trabajo que consolidó su posición de niño prodigio. Pese a su fama y éxito, Mozart tuvo muchísimos problemas económicos y de salud: dedicado a vicios no muy saludables, como el alcohol y el juego, el autor pasó su vida de aprieto en aprieto, sobreviviendo de pedir préstamos que jamás devolvía, lo que le granjeó una reputación algo negativa. Aún así, Mozart disfrutó de una admiración en su tiempo inconmensurable, y no eran pocos los que pedían al compositor clases. Mozart fue un virtuoso intérprete de piano. Sus dos últimas obras antes de morir fueron "La flauta mágica", un singspiel acerca de una fábula típica alemana, no tan inocente como pudiera parecer, y el Réquiem, una de sus piezas más famosas, principalmente por su sección de "Lacrimosa".

El Réquiem fue encargado en los últimos días de Mozart por un noble que recientemente había perdido a su esposa. Aficionado a la música, decidió presentar el trabajo de Mozart como suyo, así demostrando su duelo con una soberbia composición. El autor vienés no alcanzó a poner término al Réquiem antes de su muerte, y del noble se desconoce su identidad. De todas formas, inacabado o no, el Réquiem es, sin duda, una muestra de madurez musical tamaña en cuanto a lo que la carrera de Mozart supone. El Réquiem es seguramente la obra más oscura de Mozart, quizá promovido por su lastimosa enfermedad mientras la componía, y experimenta en este tenebrismo con técnicas algo vulgares para el periodo musical clásico, en cierto modo podríamos hablar, por ejemplo, al atender el comienzo del Confutatis, de un prerromanticismo, en lo que a la tosquedad de la presentación de la melodía principal se refiere. Esta sección, el Confutatis, es enfadada, algo rabiosa: viento-metal, percusión, cuerda frotada...; todo ello acompañando a un encrispado coro de voces masculinas, pronto sustituido, en lo que sería una sección B del Confutatis, liderada por un coro mucho más sereno de voces femeninas, donde ha desaparecido la percusión. A partir de este momento, la primera parte, a la que llamaremos A, unida por un brevísimo puente instrumental a la B, mantendrán una constante relación de pregunta-respuesta en la que, la A, mantendrá su enfado, y la B, su función de destensar la armonía. La melodía de la sección A es ascendente, mientras que la B ondulada; los ritmos que poseen cada una distan enormemente, siendo el ritmo de una sección la antípoda del otro: A rápido y furioso; B lento, sereno, con un aire melancólico. Naturalmente que nos encontramos ante una polifonía y, lo que comprendo, como una melodía acompañada, técnica muy usada en la época. Así, el Confutatis se funde en un cansado diminuendo, dando paso a Lacrimosa.

Lacrimosa es celebrísima. Imposible no conocer la que, en mi opinión, junto a la "Marcha Turca", es la más conocida pieza del autor. Lacrimosa es, como el propio nombre sugiere, una sección triste, donde la tristeza del Confutatis torna en el desconsuelo. Puesto que ha muerto alguien, no existe solución, y Lacrimosa transmite el irresoluble pesar del duelo. Así, en una melodía ondulada, se nos presenta ese tremendo pesar, que no tarda mucho en mutar en otra donde la lírica se vuelve enormemente prosódica, para resolver en un crecendo agudísimo, que al alcanzar su clímax, regresa al primer Lacrimosa, variando la melodía que ya conocemos, acelerando su ritmo, haciéndolo más mareante. Para cuando la armonía se destensa, aparece nuevamente una intensidad tímbrica gigante, que parece evocar a esos momentos de duelo donde, tras largo rato de tristeza, que poco a poco desaparece, recordamos que aquel o aquella han muerto, y regresa la tristeza. Así yo encuentro la simbología de tan contrastante armonía. Estamos otra vez frente a una orquesta con un coro, mixto, en el que encontramos que mayor presencia de voces masculinas cuando hallamos baja intensidad tímbrica, y más voces femeninas al acercarnos a las frases cumbre, de mayor tensión. La textura es similar a la anterior sección en cuanto a que hace presencia la común melodía acompañada, aunque en esta ocasión, de vez en cuando, parecemos encontrarnos con contrapuntos imitativos.

El Réquiem es, al fin y al cabo, la narrativa del duelo, un paseo por el luto. La rabia, el enfado; la melancolía, el recuerdo; y el llanto; quizá sea esta razón por la que Confutatis y, sobre todo, Lacrimosa, sean una de las composiciones más afamadas de Mozart: por la universalidad de su mensaje.

Bibliografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/Wolfgang_Amadeus_Mozart