Análisis sonata nº8 de Beethoven

Beethoven, nacido en 1770 y fallecido en 1827, es una verdadera rareza del Clasicismo. Fue un compositor excelentísimo, sordo, y virtuoso intérprete de piano que, en cierto modo como le ocurre a Rousseau en la filosofía, estamos ante un autor a caballo entre dos épocas, lo que conocemos como un autor de transición. Beethoven supone la paulatina ruptura con las fórmulas mesuradas y ordenadas propias del periodo musical clásico, para la lenta pero polémica intrusión del ímpetu, del Sturm und Dang de Goethe en la teoría musical de la época. Beethoven cumple esta función. Pero no en la pieza a analizar hoy.

Beethoven, como compositor clásico, compuso sonatas. A analizar hoy tenemos la Nº8, pero antes, estudiemos cómo funciona una sonata. La sonata es una forma musical donde, normalmente, dos melodías o temas se enfrentan, para finalmente entrar en comunión. La sonata Nº8 no es una excepción y, de hecho, es bastante conservadora: encontramos la clásica exposición, de un tema A, agitado y rápido, de melodía ondulada; un tema B, unido al de A mediante un breve puente, es de melodía igualmente ondulada, y un ritmo quizá más rápido. Tras esta exposición, ambos temas comenzarán una discusión, donde se mezclarán y alterarán uno al otro, todo ello cohesionado por frases que no dejan de ser, también, mutaciones de los temas A y B. Finalmente, a una velocidad pasmosa, lo que parece ser la última agitación de la discusión, una cosa, ambos temas entran en comunión, generando el tema AB que, de nuevo, tras un par de codas, termina la pieza.

La sonata fue explotada principalmente en el clasicismo, por autores como Mozart o Haydn, y que tenían el objetivo de, dada la repetición constante de mismos temas, que el público saliese de la interpretación tarareando la melodía.

Bibliografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/Sonata
https://es.wikipedia.org/wiki/Beethoven